PEDRO NÚÑEZ ELVIRA
Desde 2005 ayudando a las personas a superar sus dificultades emocionales y mejorar su salud mental
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Trabajo como psicólogo sanitario desde el año 2005, y a lo largo de mi trayectoria profesional he ayudado y acompañado a muchas personas en su camino de superación de distintos problemas: trastornos del ánimo, duelo, problemas de ansiedad, problemas relacionales y de autoestima, problemas sexuales, abuso de sustancias, entre otros.
He orientado mi formación y experiencia como psicólogo hacia la intervención psicológica, aplicando los principios, métodos y técnicas de la Terapia Cognitivo-Conductual y las Terapias de Tercera Generación. Estas terapias tienen amplio aval científico y probada eficacia, y permiten a las personas cambiar patrones de pensamiento y conducta problemáticos, aprender a gestionar las emociones negativas y adquirir las herramientas necesarias para resolver sus problemas y mejorar sus vidas, mediante procesos de cambio estructurados pero flexibles, y adaptados a las necesidades de cada persona.
Además de orientar mi formación a la terapia psicológica, también me he formado en otras áreas, como Violencia de Género, Intervención Psicosocial, Diversidad Afectivo-Sexual y de Género e Igualdad.
También he trabajado en la formación de psicólogos, impartiendo ponencias de Máster y cursos sobre psicología clínica y de la salud. Actualmente imparto formaciones y talleres para empresas y particulares, orientados a mejorar la salud y el bienestar psicológico y emocional.
Si estás pensando en acudir a un profesional de la psicología, te animo a que contactes conmigo, y exploremos juntos la mejor manera de ayudarte. En mi consulta encontrarás un espacio seguro, donde poder expresarse libremente y ser escuchado y acompañado, para que, entre ambos, encontremos soluciones a tus problemas. Un espacio libre de prejuicios y donde prima, por encima de todo, el respeto.
Mi Enfoque Terapéutico
Terapia Cognitivo Conductual (TCC)
En mi consulta aplico los procedimientos de la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC). La TCC es un enfoque psicológico basado en la idea de que nuestros pensamientos, emociones y conductas están estrechamente relacionados. Su objetivo principal es ayudar a las personas a identificar y modificar patrones de pensamiento negativos o distorsionados, así como conductas que generan malestar o dificultan el funcionamiento diario.
La TCC es una terapia práctica, estructurada y orientada a objetivos, con una duración generalmente limitada en el tiempo. Se centra en el “aquí y ahora” y busca dotar a la persona de herramientas para afrontar sus dificultades de manera más eficaz.
Algunos de los procedimientos y técnicas más habituales de la TCC son:
- Psicoeducación: explicación clara del problema, sus causas y su mantenimiento, para que la persona comprenda lo que le ocurre.
- Reestructuración cognitiva: identificación de pensamientos automáticos negativos y creencias irracionales, y aprendizaje de formas más realistas y equilibradas de pensar.
- Exposición: enfrentamiento gradual y controlado a situaciones temidas, recuerdos o estímulos evitados, para reducir la ansiedad y romper patrones de evitación.
- Entrenamiento en habilidades: desarrollo de competencias útiles como la asertividad, resolución de problemas, manejo del tiempo, relajación o regulación emocional.
- Técnicas conductuales: establecimiento de rutinas, programación de actividades agradables, refuerzo de conductas adaptativas y reducción de conductas problemáticas.
- Tareas para casa: ejercicios entre sesiones que permiten practicar lo aprendido y acelerar el cambio terapéutico.
La TCC es uno de los enfoques más investigados y cuenta con amplia evidencia para tratar trastornos como la ansiedad, la depresión, las fobias, el TOC, el trastorno de pánico, problemas de estrés, adicciones y dificultades emocionales en general.
Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)
La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) es un enfoque psicoterapéutico perteneciente a las terapias contextuales o de tercera generación. Su objetivo central es aumentar la flexibilidad psicológica, es decir, la capacidad de una persona para vivir una vida significativa y actuar según los valores personales, incluso cuando aparecen pensamientos, emociones o recuerdos difíciles. ACT no busca eliminar el malestar, sino cambiar la relación que la persona tiene con él, de modo que deje de ser un obstáculo para avanzar hacia una vida valiosa.
Los principios de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) se organizan en torno al desarrollo de la flexibilidad psicológica, la cual se entrena mediante seis procesos fundamentales, que funcionan de manera integrada:
- Aceptación: consiste en abrirse a experimentar emociones, sensaciones corporales y pensamientos desagradables sin evitarlos ni luchar contra ellos. No implica resignación, sino dejar espacio a la experiencia interna.
- Defusión cognitiva: ayuda a tomar distancia de los pensamientos, observándolos como eventos mentales pasajeros en vez de verdades absolutas. Esto reduce su impacto y su influencia en la conducta.
- Contacto con el momento presente: implica desarrollar atención plena (mindfulness) para conectar con lo que ocurre aquí y ahora, en lugar de quedar atrapado en rumiaciones o anticipaciones.
- Yo como contexto (self contextual): es la habilidad de observar la propia experiencia desde una perspectiva amplia y estable, comprendiendo que uno no es sus pensamientos ni emociones, sino quien los observa.
- Clarificación de valores: se centra en identificar lo que realmente importa a la persona: qué tipo de vida quiere vivir y qué cualidades desea expresar en sus acciones.
- Acción comprometida: consiste en dar pasos concretos y sostenidos hacia una vida coherente con esos valores, incluso cuando surgen dificultades o malestar emocional.
Para promover el cambio, ACT utiliza una variedad de herramientas orientadas a facilitar estos procesos, entre ellas Mindfulness, uso de metáforas terapéuticas, ejercicios experienciales, clarificación de valores personales y otras.
En conjunto, ACT busca que la persona deje de luchar contra su malestar interno y, en cambio, aprenda a convivir con él mientras avanza en la construcción de una vida más plena, auténtica y coherente con sus valores.
Integración y Mindfulness
¿Es posible integrar ambos enfoques?
La Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) y la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) comparten una base común: ambas se enmarcan dentro de modelos psicológicos basados en el aprendizaje, la evidencia científica y la idea de que los pensamientos, emociones y conductas influyen en el bienestar. Sin embargo, difieren en su manera de abordar el malestar psicológico y, gracias a esas diferencias complementarias, pueden integrarse de manera efectiva.
La TCC tradicional se centra principalmente en identificar y modificar pensamientos y comportamientos desadaptativos. Su objetivo es que la persona piense de forma más realista y actúe de manera funcional para reducir el malestar. En cambio, ACT no busca cambiar el contenido de los pensamientos, sino transformar la relación que la persona tiene con ellos, promoviendo la aceptación, el distanciamiento cognitivo y la acción guiada por valores personales.
A pesar de estas diferencias, ambas terapias comparten pilares esenciales: son estructuradas, activas, orientadas a objetivos y basadas en principios conductuales. Esto hace posible su integración en el trabajo clínico. Por ejemplo, un terapeuta puede usar recursos de TCC como la psicoeducación, la exposición, la resolución de problemas o la modificación de conductas, al tiempo que incorpora elementos de ACT como mindfulness, defusión cognitiva, aceptación emocional y acciones comprometidas. Esta combinación permite ofrecer un tratamiento más flexible y ajustado a las necesidades del paciente: se puede trabajar la reestructuración de pensamientos cuando es útil y, en otros momentos, ayudar a la persona a dejar de luchar contra ellos y avanzar hacia una vida más significativa.
En conjunto, la integración entre TCC y ACT ofrece una perspectiva equilibrada que combina el cambio cognitivo-conductual con la aceptación y el compromiso, enriqueciendo el proceso terapéutico y ampliando las posibilidades de mejora para el paciente.
Mindfulness
Traducido como atención plena o conciencia plena, el Mindfulness consiste en la capacidad de prestar atención de manera consciente a la experiencia del momento presente con interés, curiosidad y aceptación. Es una capacidad que se puede entrenar e incrementar con la práctica.
La atención plena nos permite experimentar lo que sucede mientras sucede, con aceptación, dejando fluir la experiencia tal cual se da, sin juzgar, tanto si la experiencia es agradable como si es algo desagradable.
La práctica de Mindfulness se ha ido integrando y extendiendo en la medicina y psicología occidental a lo largo de los últimos años. Los estudios científicos y la aplicación de atención plena en el ámbito de la salud física y psicológica demuestran su efectividad para el aumento de la autoconsciencia, mejorar el bienestar general, y disminuir el estrés. También se integra en las terapias psicológicas como otra herramienta más para abordar los problemas de ansiedad, depresión, dolor crónico, entre otros. Aunque tiene raíces en tradiciones contemplativas, su uso en psicología es totalmente laico y basado en evidencia científica.
Servicios Especializados
Depresión
Es un trastorno del estado de ánimo que afecta la forma en que una persona piensa, siente y actúa. No se trata simplemente de estar triste; implica una sensación persistente de vacío, desesperanza o falta de interés en las actividades que antes resultaban agradables. Además de los síntomas emocionales, puede manifestarse con cambios en el sueño, el apetito, la energía y la concentración, junto con pensamientos negativos y una reducción significativa de las actividades que se realizan en la vida cotidiana. En ocasiones, pueden presentarse ideas suicidas, e intentos de suicidio. Es un problema que puede llegar a provocar gran sufrimiento y ser muy incapacitante. Afortunadamente, la terapia psicológica es muy eficaz para la superación de los episodios depresivos. Habitualmente, junto con los problemas de estado de ánimo, suelen presentarse otros, por ejemplo, problemas de ansiedad.
Problemas de ansiedad
La ansiedad es el mecanismo de defensa de nuestro organismo que se pone en marcha ante la presencia de estímulos externos o internos que son valorados como amenazantes, provocando una cascada de reacciones emocionales y fisiológicas, cuyo objetivo es movilizarnos para evitar o afrontar la amenaza que percibimos. Por tanto, todas las personas sentimos ansiedad en algún momento, siendo ésta en muchos casos una ansiedad adaptativa (o no patológica) que es necesaria e incluyo beneficiosa en determinadas circunstancias.
En otras ocasiones, cuando experimentamos una elevada ansiedad ante situaciones o estímulos que objetivamente no son amenazantes, cuando ésta es muy elevada y persistente, o cuando supera las capacidades de la persona para su manejo o afrontamiento, estaremos ante una ansiedad patológica y la posible presencia de un trastorno de ansiedad.
Los trastornos de ansiedad son condiciones psicológicas en las que la preocupación, el miedo o la tensión se vuelven excesivos, persistentes y difíciles de controlar. Aunque la ansiedad es una respuesta normal ante situaciones de estrés, en estos trastornos aparece de forma desproporcionada o sin una causa clara, interfiriendo con la vida cotidiana. Pueden manifestarse con síntomas físicos como palpitaciones, sudoración, temblores o dificultad para respirar, así como con pensamientos catastróficos o sensación constante de amenaza. Entre los más comunes se encuentran el trastorno de ansiedad generalizada, las fobias, el trastorno de pánico y la ansiedad social.
Estrés
El estrés es la respuesta natural del organismo ante situaciones que percibe como desafiantes o amenazantes. Puede generar activación física y mental, ayudando a enfrentar exigencias inmediatas. Sin embargo, cuando es intenso, frecuente o se mantiene por mucho tiempo, puede afectar el bienestar emocional y la salud. El estrés problemático o crónico puede manifestarse con tensión muscular, irritabilidad, dificultad para concentrarse, problemas de sueño y sensación de agotamiento. En estos casos puede ser necesaria la intervención psicológica orientada a la reducción y control del estrés.
Baja autoestima
La autoestima es el conjunto de creencias, percepciones, evaluaciones y pensamientos que tenemos acerca de nosotros mismos, junto con la valoración que realizamos basándonos en nuestras experiencias. Cuando presentamos inseguridad en nosotros mismos, dificultades para expresar nuestras opiniones y sentimientos, dificultades para tomar decisiones, necesidad de aprobación constante, autoexigencias, sentimientos de culpa frecuentes, tristeza e infelicidad, podemos estar manifestando problemas de autoestima que influyen en todos los aspectos de nuestra vida y relaciones.
La baja autoestima es una percepción negativa o poco realista que una persona tiene de sí misma. Quien la experimenta suele sentirse inseguro, insatisfecho o insuficiente, y tiende a enfocarse en sus supuestas fallas más que en sus capacidades. Esto puede afectar la forma en que se relaciona con los demás, la toma de decisiones y la confianza para enfrentar retos. La baja autoestima no define el valor real de la persona y puede mejorarse con autoconocimiento, apoyo emocional y estrategias de fortalecimiento personal.
La baja autoestima es un factor de vulnerabilidad psicológica muy importante, y suele predisponer al desarrollo de problemas como depresión, problemas en las relaciones personales, dependencia emocional y otros. De ahí que, en muchas ocasiones, sea necesario abordar la baja autoestima en el contexto de la terapia psicológica junto con otros problemas presentes.
Duelo
El duelo es la reacción o proceso psicológico que experimentamos al sufrir una pérdida, un abandono, o la muerte de un ser querido. Es una reacción natural, en la que es habitual experimentar cambios en el estado de ánimo, ansiedad, negación, culpa, confusión, rabia, añoranza, entre otros. Se producen también alteraciones a nivel cognitivo (en nuestros pensamientos) y fisiológico. Es una experiencia común, aunque puede presentar diferencias entre las personas. Aunque es doloroso, el duelo suele avanzar de forma gradual hasta que la persona logra adaptarse a la ausencia.
Muchas veces, las personas elaboramos el duelo y superamos las pérdidas sin necesidad de ayuda terapéutica. Sin embargo, en ocasiones un duelo puede complicarse. El duelo patológico ocurre cuando este proceso se altera y la persona no puede avanzar hacia la adaptación. El dolor se vuelve intenso y prolongado, interfiriendo de manera importante en la vida diaria. Puede incluir negación persistente, incapacidad para retomar actividades habituales, aislamiento extremo o síntomas emocionales muy intensos que no disminuyen con el tiempo. En estos casos, suele ser necesario apoyo profesional.
Trastornos Sexuales
Los trastornos sexuales son dificultades persistentes que afectan alguna de las fases de la respuesta sexual —deseo, excitación, orgasmo o resolución— o que generan dolor durante la actividad sexual. Estas alteraciones producen malestar significativo o problemas en la relación de pareja. Entre los trastornos más comunes se encuentran la disminución del deseo sexual, la disfunción eréctil, las dificultades para la excitación o el orgasmo y los trastornos asociados al dolor, como el vaginismo o la dispareunia. Estos problemas pueden tener causas psicológicas, emocionales, relacionales o médicas, y su abordaje suele requerir una evaluación integral y, en muchos casos, el apoyo de la terapia sexual para recuperar el bienestar y la satisfacción.
La terapia sexual es un tipo de intervención psicológica especializada que ayuda a personas y parejas a comprender y resolver dificultades relacionadas con la sexualidad. Estas dificultades pueden incluir problemas en el deseo, la excitación, la comunicación íntima, la función sexual o el disfrute de las relaciones. La terapia sexual se basa en un enfoque abierto, respetuoso y libre de juicios, donde se exploran tanto los factores psicológicos como emocionales, relacionales y, cuando es necesario, médicos que influyen en la vida sexual. Su objetivo es mejorar el bienestar, la satisfacción y la manera en que cada persona vive y comparte su sexualidad, mediante información clara, ejercicios prácticos y estrategias de comunicación y conexión.
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